El pasado sábado Martín, Ángeles (mi heroína) y yo quedamos en
Telde, concretamente en el
CC Alcampo, y salimos en dirección al restaurante
La Casa Vieja, en donde nos reunimos con
Toni, mi gurú del senderismo, para llegar juntos a Tasártico, punto de partida del camino hacia Güigüi.
Eran las nueve de la mañana cuando ataviados con las mochilas, con comida y bebida suficiente para las veinticuatro horas que duraría nuestra aventura, y las casetas de acampada, nos pusimos en marcha.
La subida con la que el camino nos daba la bienvenida fue bastane dura, y eso que el sol todavía nos daba un respiro, pero con tres o cuatro paradas para coger
resuello, lo conseguimos en una hora y media,
pizco más o menos.

Luego, tan sólo nos quedaba la bajada hasta la playa de Güigüi grande, y como era de esperar, aunque ésta era más larga que la subida y el sol ya no nos daba ninguna tregua, se nos hizo más serena y llevadera.
Así, sobre las doce del mediodía, superamos la prueba y llegamos a nuestro ansiado destino, quedándonos por delante todo un maravilloso día de sol, playa, olas, amigos y charlas...
Antes tuvimos que montar las casetas e instalarnos, pero con las
2'' de
Decathlon, resultó muy rápido y sencillo; todo un lujo más que recomendable, aunque hay que estudiar previamente el desmontado, ya que alguno que no lo hizo pensó en darse por vencido y dejarla abandonada... ;o)
Como antes adelantaba el día trascurrió entre un baño y otro, con mucho sol, alguna partida de cartas, buenas charlas y muchas risas. La única nota negativa fue que no pudimos descansar tal y como el día que pasamos merecía, ya que la arena aunque está muy bien para un ratito, para dormir es tan dura como el suelo, o incluso más...

Para la vuelta decidimos adelantarnos a la salida del sol, y antes de las siete y media de la mañana, después de desperezarnos, desayunar y recoger, nos pusimos otra vez en marcha.
El camino de regreso resultó algo más suave que el del día anterior, no se si porque llevábamos menos peso o por la agradable compañía que encontramos en un amplio grupo de
veteranos senderistas, así que el temido esfuerzo no pasó a mayores.
Después de parar a respostar en
Mogán, café, dulce y agua, al mediodía ya estábamos en casa, muy cansados, más por la falta de descanso que por el esfuerzo realizado, pero inmensamente satisfechos con la maravillosa experiencia vivida tras visitar y disfrutar de uno de los pocos lugares casi vírgenes de nuestra bella isla:
Gran Canaria.
Pueden ver el resto de pruebas gráficas en la galería
Camino a Güigüi que acabo de colgar en
flickr.
Actualización: Otra versión de los hechos en Los pasos que dejamos atrás.