13 de noviembre de 2011
El entrenamiento no había ido todo lo bien que hubiese deseado, las vacaciones y una pequeña lesión/molestia tuvieron la culpa. Aún así, a dos semanas del día M corrí mis primeros 30km seguidos, caminando el número 27. No estaba del todo mal, pero ese día me convencí de que tendría que caminar varios kilómetros para conseguirlo.
Días antes, pequeñas molestias por todos lados, supongo que psicológicas, o eso fue lo que me dije a mi mismo, y ya en Atenas, un frío y un viento gélidos, al menos para lo que acostumbramos por aquí. Los ánimos no estaban donde tendría que haberlos puesto.
Los momentos previos son una tortura: suena el despertador a las 4 y media de la mañana, desayunamos a las 5, caminamos hasta la parada del metro donde nos recoge la guagua de la organización y llegamos al estadio de la ciudad de Maratón más de 2 horas antes de empezar. Llueve, no muy fuerte, y sopla el viento, a ratos bastante duro, vamos al baño varias veces, serán los nervios, y decidimos esperar sentados en el suelo de los vestuarios, que en esos momentos era lo más parecido a un campo de refugiados tras una catástrofe, sin la más mínima exageración.
Queda poco, entregamos la mochila, estiramos un poco y nos vamos colocando en el cajón de salida. Aunque hay gente temblando de frío, el ambiente ayuda bastante a mejorar los ánimos, vamos al baño una vez más, y esperamos pacientemente el gran momento.
Los primeros momentos son muy tranquilos, vamos muy relajados y el cuerpo va entrando en calor, nos fijamos en todos los detalles posibles, absorviendo al máximo la experiencia, la gente tira muchísima ropa de abrigo, y algunos "espectadores" aprovechan para hacer su agosto particular, vemos algún grupo de corredores disfrazados con su casco, lanza y escudo incluídos, otros descalzos, y en general, algo que aprecio particularmente, personas de toda edad, nacionalidad, raza, color y condición física.
Poco a poco los kilómetros van cayendo, seguimos tranquilitos, con el piloto automático, y los múltiples avituallamientos lo hacen todo mucho más fácil. Tenemos ganas de llegar a la media, 21km y eso hace que mentalmente todo vaya un pelín más despacio, pero lo conseguimos en un tiempo relativamente malo (2h16'), aunque a posteriori se demostrase que aparentemente nos vino de lujo.
En mi cabeza a partir de ese momento, todo era restar kilómetros para la meta, y me ayudaba a ir algo más cómodo. Sin quererlo, y casi sin darnos cuenta, vamos adelantando a bastante gente, y lo mejor de todo, vamos con muy buen ánimo, comentando cosillas e incluso ríendo a ratos. Alcanzamos los 30km y no hemos dejado de correr en ningún momento, salvo para regar algunos árboles y comernos una galletilla, pero a partir de ese momento era territorio totalmente desconocido, porque nunca habíamos corrido tanto de forma continuada.
Seguimos bien y seguimos adelantando a gente, cada vez va quedando menos y parece que el cuerpo, y sobre todo la mente, continúan funcionando. Afrontamos algunas cuestas que podrían habernos complicado las cosas, pero iban quedando atrás y ahí seguíamos, así que ya no podíamos ocultar nuestra sorpresa, pasara lo que pasase, estábamos haciendo la carrera de nuestra vida.
Los últimos kilómetros cuestan bastante más y hubo una última rampa en la que los calambres me avisaron de que no resistirían mucho más en aparecer, pero era imposible pararse. Cada vez había más gente animando y ya no corríamos por nosotros mismos, sino por todo lo que estaba quedando atrás, el cuerpo se quejaba pero la mente lo tenía clarísimo.
Cruzamos la meta totalmente emocionados y con los pelos como escarpias, haciendo la segunda mitad de la carrera 13 minutos más rápido que la primera, relativamente más suave. Nos abrazamos, lo habíamos conseguido, juntos.
Hace no demasiado tiempo, creía que correr durante más de media hora seguida era una auténtica locura. Este día me repetí unas palabras que hace tiempo me acompañan: si quieres algo, ve a por ello! Cuesta mucho, muchísimo, hay que dar infinitos pasos hacia adelante y siempre se dan algunos pasos hacia atrás, e incluso se producen interrupciones que hacen que todo se tambalee, pero si lo quieres de verdad, te entregas y das lo mejor de ti, lo conseguirás.
Este relato, crónica o como quieran llamarlo, es para mi, para mis recuerdos, para el futuro, pero también para todos aquellos que me apoyaron y me animaron en mayor o menor medida, cada uno a su manera, antes o después, porque hacen falta y los necesito, y mucho, así que ahí queda mi más sincero agradecimiento.
Mención especial para mi compañero de viaje, todo fuerza de voluntad y la mejor distracción para los momentos de sufrimiento, y para mi ángel de la guarda, que me acompaña, ayuda y reconforta en todo y siempre, sin excepción, aún cuando menos lo merezco. Sin ellos, nada de esto hubiera sido posible.
El entrenamiento no había ido todo lo bien que hubiese deseado, las vacaciones y una pequeña lesión/molestia tuvieron la culpa. Aún así, a dos semanas del día M corrí mis primeros 30km seguidos, caminando el número 27. No estaba del todo mal, pero ese día me convencí de que tendría que caminar varios kilómetros para conseguirlo.
Días antes, pequeñas molestias por todos lados, supongo que psicológicas, o eso fue lo que me dije a mi mismo, y ya en Atenas, un frío y un viento gélidos, al menos para lo que acostumbramos por aquí. Los ánimos no estaban donde tendría que haberlos puesto.
Los momentos previos son una tortura: suena el despertador a las 4 y media de la mañana, desayunamos a las 5, caminamos hasta la parada del metro donde nos recoge la guagua de la organización y llegamos al estadio de la ciudad de Maratón más de 2 horas antes de empezar. Llueve, no muy fuerte, y sopla el viento, a ratos bastante duro, vamos al baño varias veces, serán los nervios, y decidimos esperar sentados en el suelo de los vestuarios, que en esos momentos era lo más parecido a un campo de refugiados tras una catástrofe, sin la más mínima exageración.
Queda poco, entregamos la mochila, estiramos un poco y nos vamos colocando en el cajón de salida. Aunque hay gente temblando de frío, el ambiente ayuda bastante a mejorar los ánimos, vamos al baño una vez más, y esperamos pacientemente el gran momento.
Los primeros momentos son muy tranquilos, vamos muy relajados y el cuerpo va entrando en calor, nos fijamos en todos los detalles posibles, absorviendo al máximo la experiencia, la gente tira muchísima ropa de abrigo, y algunos "espectadores" aprovechan para hacer su agosto particular, vemos algún grupo de corredores disfrazados con su casco, lanza y escudo incluídos, otros descalzos, y en general, algo que aprecio particularmente, personas de toda edad, nacionalidad, raza, color y condición física.
Poco a poco los kilómetros van cayendo, seguimos tranquilitos, con el piloto automático, y los múltiples avituallamientos lo hacen todo mucho más fácil. Tenemos ganas de llegar a la media, 21km y eso hace que mentalmente todo vaya un pelín más despacio, pero lo conseguimos en un tiempo relativamente malo (2h16'), aunque a posteriori se demostrase que aparentemente nos vino de lujo.
En mi cabeza a partir de ese momento, todo era restar kilómetros para la meta, y me ayudaba a ir algo más cómodo. Sin quererlo, y casi sin darnos cuenta, vamos adelantando a bastante gente, y lo mejor de todo, vamos con muy buen ánimo, comentando cosillas e incluso ríendo a ratos. Alcanzamos los 30km y no hemos dejado de correr en ningún momento, salvo para regar algunos árboles y comernos una galletilla, pero a partir de ese momento era territorio totalmente desconocido, porque nunca habíamos corrido tanto de forma continuada.
Seguimos bien y seguimos adelantando a gente, cada vez va quedando menos y parece que el cuerpo, y sobre todo la mente, continúan funcionando. Afrontamos algunas cuestas que podrían habernos complicado las cosas, pero iban quedando atrás y ahí seguíamos, así que ya no podíamos ocultar nuestra sorpresa, pasara lo que pasase, estábamos haciendo la carrera de nuestra vida.
Los últimos kilómetros cuestan bastante más y hubo una última rampa en la que los calambres me avisaron de que no resistirían mucho más en aparecer, pero era imposible pararse. Cada vez había más gente animando y ya no corríamos por nosotros mismos, sino por todo lo que estaba quedando atrás, el cuerpo se quejaba pero la mente lo tenía clarísimo.
Cruzamos la meta totalmente emocionados y con los pelos como escarpias, haciendo la segunda mitad de la carrera 13 minutos más rápido que la primera, relativamente más suave. Nos abrazamos, lo habíamos conseguido, juntos.
Hace no demasiado tiempo, creía que correr durante más de media hora seguida era una auténtica locura. Este día me repetí unas palabras que hace tiempo me acompañan: si quieres algo, ve a por ello! Cuesta mucho, muchísimo, hay que dar infinitos pasos hacia adelante y siempre se dan algunos pasos hacia atrás, e incluso se producen interrupciones que hacen que todo se tambalee, pero si lo quieres de verdad, te entregas y das lo mejor de ti, lo conseguirás.
Este relato, crónica o como quieran llamarlo, es para mi, para mis recuerdos, para el futuro, pero también para todos aquellos que me apoyaron y me animaron en mayor o menor medida, cada uno a su manera, antes o después, porque hacen falta y los necesito, y mucho, así que ahí queda mi más sincero agradecimiento.
Mención especial para mi compañero de viaje, todo fuerza de voluntad y la mejor distracción para los momentos de sufrimiento, y para mi ángel de la guarda, que me acompaña, ayuda y reconforta en todo y siempre, sin excepción, aún cuando menos lo merezco. Sin ellos, nada de esto hubiera sido posible.
Datos curiosos
Bib: 8993
Start: 00:50 (time behind race start)
5km: 34:38
10km: 1:07:03
21,1km: 2:16:29
30km: 3:09:50
Finish: 4:19:02
Pace: 6:05/km
Rank: 3237/6144
4 comentarios:
Gran relato, gran experiencia. Me alegro mucho por los dos. ¡Enhorabuena! una vez más ;)
Un abrazo.
Grande campeones. Esta claro que cuando quieres algo hay que ir a por ello, tirar para adelante y disfrutar lo maximo posible!!! Enhorabuena champions!
Gracias nuevamente Toni! Y lo de siempre, a ver cuando te animas... ;o)
Y eso Fede tú lo sabes como nadie... ;o) Y por eso se agradece todavía más.
Cualquier excusa es buena para viajar a Atenas ya que es una ciudad fantástica. Es sumamente interesante poder viajar alli. Sin embargo yo ya fui el año pasado, y por eso quiero poder conseguir Pasajes al Salvador para llegar a esas playas estas vacaciones
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