martes, 19 de mayo de 2009

Subida al Teide (3718 m.)

Llegamos al pico más alto de España después de casi 12 kilómetros de duro esfuerzo con un desnivel de más de 1400 metros... pero ¡vaya si mereció la pena!


El primer tramo, desde Montaña Blanca hasta el Refugio de Altavista, resultó relativamente cómodo hasta llegar a la base del Teide, momento en el que el terreno se complica y se pone verdaderamente cuesta arriba. El gesto alegre y las risas que siempre nos acompañaron, pasaron a un segundo plano, tocaba sufrir...

En poco más de tres horas llegamos al refugio, justo en el momento en el que la noche caía, ya que tan sólo uno de nosotros encendió su frontal. Llegamos cansados, como era de esperar, deseando poder resguardarnos del frío, comer y/o beber algo calentito y descansar, pero además nos esperaban otras emociones...


Un compañero nos enseñó en sus propias carnes lo que es el mal de altura, aunque por suerte el susto no duró demasiado. A una amplia mayoría de nosotros nos resultó casi imposible pegar ojo, el edredón nórdico daba demasiado calor, pero sin él te pelabas de frío, y encima la presión de la altura nos martilleaba la cabeza y nos trancaba la nariz. Aunque no todo fue tan negativo...

La cocina tenía de todo lo básico, fogones, microondas, calderos, cubiertos, vasos, tazas... lo que nos permitió hacernos una sopita que nos supo a gloria bendita. El guarda, Toño si no recuerdo mal, era muy buen tipo, estricto en el cumplimiento de las normas al mismo tiempo que conversaba con todos y ayudaba en lo que buenamente podía. El cielo, las estrellas... ¡qué maravilla! Besos, alegría, amor, amistad... y un abrazo.

Aunque en ese preciso instante nos fue imposible apreciarla, la estampa de la salida hacia la cima, en plena madrugada, con nuestras luces a la cabeza, era mágica. Casi que sólo nos distinguíamos por nuestras voces, pero había muy poco que decir, o pocas ganas, y nos centramos en seguir adelante, siempre hacia arriba.

El amanecer nos sorprendió en La Rambleta, el terminal del teleférico, y aunque esperábamos verlo en la misma cima, resultó ser tanto o más impresionante a como lo habíamos soñado. Hasta ese momento creía que no existían, pues fue mi primera experiencia puramente celestial, y se convirtió inmediatamente en el recuerdo más emotivo de nuestra aventura.

Animamos a los desanimados, sólo quedaba el último esfuerzo, y fuimos a por la cima. El olor a azufre y el mayor desnivel, nos terminaron de complicar la aventura, pero poco a poco, todos y cada uno de nosotros fue llegando...


Para terminar, aunque la mayoría prefirió coger el teleférico, a tres de nosotros nos quedaron fuerzas para volver sobre Los pasos que dejamos atrás y visitar la imprescindible Cueva del Hielo.


Desde aquí agradecer a Ángeles, Gustavo, Mari Cruz, Martín, Nayra, Norber y Toni, el haber compartido un sueño y su inmejorable compañía. Cuento con ellos para el siguiente... ;o)

Se me han quedado atrás muchísimas anécdotas de la expedición, pero para eso están los comentarios...

PD: Como es costumbre, les dejo la versión de mi gurú del senderismo, en donde también podrán encontrar enlazadas las rutas del GPS: Teide1 y Teide2, cortesía de nuestro amigo Martín.

10 comentarios:

Toni dijo...

Muy buena descripción del viaje. Me encantó todo, me lo pasé genial. Mereció la pena sufrir un poco para llegar arriba y bajar caminando para ver la cueva del hielo. La compañía sin duda lo mejor. Espero que vayamos otra vez todos juntos y que sea pronto. Un abrazo.

fito dijo...

Vaya viajecito, y sin ir muy lejos. Nunca me han faltado ganas de unirme, pero parece que alguien organiza los eventos de tal forma que no pueda ir.

¿De verdad que ves unas jornadas del SIC a esas alturas? Uf, no sé yo...

David Rguez. dijo...

Bahhh! Fito, en el fondo sabes que no vienes porque no quieres, al menos no lo suficiente... ;o)

En cuanto a lo de las jornadas tendríamos que empezar por algo más sencillito, pero a su debido tiempo, por qué no?

Dicen que se vive de ilusiones...

Angel dijo...

David, se me han puesto los vellos de punta al leer tu narración y me ha traido recuerdos de cuando yo hice esta subida allá por noviembre de 1988. Es inovidable la experiencia de camaradería que se respira en esas situaciones cuando te relacionas con personas a las que no conoces de nada pero con las que compartes esos momentos mágicos. Espero poder repetirla algun día con mis hijos.

Jose dijo...

Que pasa David, soy Jose compi de la MTB, que gran viaje, espectaculares las fotos y el recorrido y también Toni me ha contado que tuvieron una convivencia genial, me hubiera gustado ir, a mi piba y a mi nos encanta estos viaje,espero que para el próximo pueda ser, postdata: ¿cuando vamos a salir de nuevo en mtb? Tengo el mono, jejejeje

David Rguez. dijo...

Ángel, me alegra mucho haberte traído tan gratos recuerdos, la verdad es que ésta es de ese tipo de experiencias que nunca se olvidan, aunque, como en tu caso, hayan pasado más de veinte añitos.

También me ha encantado tu deseo de volver con tus hijos, si necesitas un guía/ayudante, no dudes en contar conmigo... ;o)

Sí Jose, si el viaje fue espectacular, la convivencia fue aún mejor, excepto por el salvajito de nuestro amigo Toni... :P Anímate a venir cuando quieras, la buena gente siempre es bienvenida.

En cuanto a la bici todavía no tengo mucha confianza con ella, así que habrá que esperar a que Toni se libere y pueda ir, para que así puedan cargar conmigo entre los dos... jajajaja!

Jose dijo...

Ok, Toni me dijo que a partir del 12 de junio ya podremos ir alguna tarde, ya estamos mirando alguna ruta bonita para hacer. Con respecto al viaje si me cuadra cuando hagais otro me animo seguro, gracias.

Saludos.

Toni dijo...

Como soy un salvajito vas a ir tú solo con la bici eh :P jajaja Ya te daré cañita ya, así que vete preparándote flojo ;) Saludos.

David Rguez. dijo...

Nací preparado... jajajajajaja!

Toni dijo...

Sin comentarios juas jajaja