En vida, parece imposible, porque normalmente nadie nos querrá nunca como nuestra madre, absolutamente nadie.
Mientras ella exista, tendrás donde refugiarse, donde encontrar el aliento que tantas veces necesitaste y seguirás necesitando siempre, hasta que seas tú el que deje de existir.
Llega un momento en el que entiendes el enorme sacrificio que has supuesto para ella. Llega un momento en el que eres consciente de como fueron apareciendo todas las bonitas arrugas de su cara, todas las duras cicatrices de su corazón.
También llega un momento en el que crees que puedes hacerla feliz y devolverle al menos la infinitésima parte de todo lo que ella te ha dado. Llega un momento en el que deseas cuidarla.
Pero, ¿qué pasa si también llega un momento en el que ella decide renunciar a su vida?
Que deja de existir, que está pero no es. Pierdes a mamá, porque ella se ha perdido a si misma, y eso te destroza, porque tu sólo quieres verla reir y sonreir, cuando ella es pero no está.
Los problemas verdaderos nos complican mucho las cosas, en realidad hay situaciones bastante peores que la muerte, pero hay que seguir adelante y luchar contra la corriente que te arrastra.
¿El lado positivo? Aunque la última palabra no está en tus manos, es algo potencialmente reversible...
martes, 21 de abril de 2009
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2 comentarios:
No dejes de luchar como hasta ahora.
Un beso
¿Qué hacer? Volver a sacarle una y mil sonrisas para intentar que vea el lado bonito de la vida y se enganche a ella con fuerza para luchar contra el lado menos bonito ;)
Un abrazo.
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